Los trastornos de la alimentación: guía práctica

guía trastronos alimentación“Esta obra pretende dotar a los cuidadores de las estrategias y conocimientos necesarios para apoyar y alentar a las personas que sufren un trastorno de alimentación, para ayudarles a liberarse de las trampas que les impiden recuperarse (…).” EDITORIAL DESCLÉE DE BROUWER

El libro “Los trastornos de la alimentación: guía práctica para cuidar de un ser querido” es una buena herramienta para los familiares y cuidadores de las personas que padecen un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), pues dota de estrategias y recursos para saber qué hacer para ayudar a aquellos sujetos que padecen esta psicopatología sin, al mismo tiempo, perjudicarse a uno mismo en el intento.

Sus autoras -Janet Treasure, Gráinne Smith y Anna Crane- aconsejan al lector apoyándose en la investigación científica más actual y en la propia experiencia personal.

Entre otros aspectos, esta guía da pautas e información sobre:

• Creencias erróneas sobre los TCA, que pueden provocar sentimientos de culpabilidad, cronificación del trastorno debido a la no detección de determinadas señales de alerta que nos llevarían al diagnóstico precoz, etc.

• Cómo prepararse para abordar el tema con la persona afectada (tarea nada fácil) de manera que ésta acepte e incluso llegue a reconocer que tiene un problema.

• Tipos de cuidadores y características que tiene que tener aquella persona que esté dispuesta a ayudar al individuo que sufre un TCA.

• Consecuencias de sufrir un TCA.

• Cómo debería ser la comunicación con la persona afectada: la conveniencia de saber escuchar y cómo hacerlo; la manera de atajar las trampas retóricas del sujeto con TCA; cómo establecer normas y límites sin dejar de respetar a la persona afectada; la importancia de hablar de los cambios y avances y cómo hacerlo, etc.

• Relación y posibles conflictos con la persona que padece un TCA.

• Dificultades emocionales de las personas afectadas y cómo afrontar los problemas que van surgiendo.

• Cómo manejar las conductas difíciles.

Teniendo en cuenta que, tras las vacaciones de Semana Santa, muchas personas empiezan dietas obsesivas con la intención de llevar a cabo una operación bikini exitosa, es muy probable que detectes en algunas de estas personas señales que te avisan de que pueden estar empezando a desarrollar un TCA.

Si es así y se trata de familiares o amigos que tienen en cuenta tu opinión y que te preocupes por ellos, es conveniente que les aconsejes ir a un profesional para que les pueda orientar. Tras una evaluación, éste les podrá resolver la duda sobre si realmente padecen un problema psicológico o, por el contrario, mantienen su mente sana a pesar de las dietas y actitudes relacionadas con su peso e imagen corporal.

Dado que a las personas que realmente sufren un TCA al principio (y durante mucho tiempo) les cuesta reconocer que tienen un problema psicológico, el primer profesional al que acudir podría ser un médico de cabecera. Éste, en el caso de que viera señales de alerta obvios, haría la derivación al psicólogo.

Ya para finalizar, en el caso de que tengas un allegado o amigo con un claro TCA que no esté realizando tratamiento y estés leyendo esta recomendación con el objetivo de ayudarlo, es importante entender que esta guía solamente puede ser un complemento (muy útil) para la terapia psicológica, nunca un substituto.

Dicho de otra manera, el manual que aconsejo en el post solamente es una pequeña ayuda y, en cualquier caso, es muy necesario que la persona con TCA acuda a profesionales que le puedan ofrecer un tratamiento especializado y personalizado.

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Celos e infidelidad

celos parejaEn la relación de pareja es natural que de vez en cuando aparezcan los temidos celos, lo que no significa que éstos deban justificarse con la afirmación tan extendida y totalmente errónea de que “quien no tiene celos no ama”.

Los celos son una respuesta emocional que aparece en un sujeto cuando éste cree que la persona amada siente atracción, amor o cariño hacia otra. En la base de estos celos hay un miedo más o menos intenso a perder al otro y cierto sentimiento de posesión.

En las parejas bien avenidas, en las que existe confianza, buena comunicación y donde los dos miembros mantienen una sana autoestima, las manifestaciones puntuales de celos no representan ningún problema porque se les hace frente rápidamente. Lo que suele pasar es que se habla sobre la situación vivida, se resuelve el malentendido y todo se queda en una anécdota.

Además, con el paso del tiempo y a medida que se gana en seguridad, los celos van perdiendo intensidad y van apareciendo cada vez con menos frecuencia.

En estos casos podemos hablar de unos celos sanos, en el sentido de que pueden poner en marcha estrategias funcionales que nos ayudan a mejorar la relación. Por ejemplo puede ocurrir que, al sentir celos y revisar si algo falla, nos demos cuenta de que últimamente no somos afectuosos con nuestra pareja. A partir de esa toma de consciencia, podemos pasar a cambiar determinadas actitudes para mejorar este aspecto en la relación.

Por otro lado, puede pasar que sintamos celos ante indicios que nos están advirtiendo de una posible infidelidad. En el caso de que esta hipotética infidelidad se vaya confirmando a partir de pruebas reales, es evidente que los celos tampoco son patológicos.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando sentimos celos ante situaciones que interpretamos como amenazantes sin serlo realmente y esta emoción se vuelve persistente? ¿Qué pasa cuando creemos que nuestra pareja es infiel sin tener motivos justificados?

En estos casos podemos afirmar que los celos no son sanos. De hecho, este tipo de celos ponen en marcha una serie de estrategias que, a pesar de ir encaminadas a evitar la pérdida de la persona que amamos, no son funcionales. Al contrario, son tan erróneas y perjudiciales que pueden precipitar precisamente aquello que queríamos impedir: perder a nuestra pareja, con o sin infidelidad incluida.

Y es que estas estrategias equivocadas implican el intento de controlar al otro las 24 horas del día, queriendo saber constantemente dónde está; haciendo interrogatorios peores que los de tercer grado; inspeccionándole el móvil a hurtadillas, así como otros dispositivos; insistiendo en acompañarlo a todas partes, etc. En definitiva, la persona celosa hace el papel de guardián.

Estas situaciones llevan a discusiones constantes, en las que el sujeto víctima de la persona celosa se siente con la obligación de justificarse reiteradamente para demostrar que no ha hecho nada ‘malo’ o bien llega incluso a mentir (a pesar de que no ha sido infiel ni ha flirteado con nadie) para evitar conflictos. Estas actuaciones, lejos de solucionar el problema, llegan a complicarlo muchísimo.

Ni hace falta decir que el individuo celoso, poco a poco, va perdiendo atractivo a ojos de su pareja, ya que su imagen de persona posesiva e insegura va cogiendo fuerza día tras día. El otro puede llegar a romper la relación con la persona celosa. En estos casos podemos afirmar que la manifestación de los celos patológicos ha actuado a modo de profecía autocumplida.

Si crees que tienes un problema de celos patológicos y no sabes cómo gestionarlos siempre puedes buscar la ayuda profesional de un psicólogo.

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Ilustraciones para reflexionar sobre la realidad más silenciada

Os invito encarecidamente a descubrir al ilustrador argentino que se hace llamar Matías Almargen, a través de un vídeo que recopila parte de su magnífica, dura y crítica obra. Ésta invita a hacer una reflexión cruda y profunda sobre la psicología del ser humano y la sociedad en la que estamos inmersos.

 

En la página de facebook de Al Margen, uno de los portales donde el ilustrador expone sus creaciones, Matías Almargen explica el porqué de sus idiosincrásicas obras de arte:

“Hay dibujos que nacen al margen.

Nacen casi sin querer. Nacen al costado, afuera de lo importante. Nacen para no agradar ni ser vistos. Nacen para no ser terminados. Conviven con tachaduras y ni siquiera merecen el esfuerzo de ser borrados.

Son hijos del aburrimiento, del inconformismo o del enojo. Son los hijos indeseados del lápiz. Son solo bocetos de algo que podría haber sido mejor, pero fueron abandonados. Son una promesa incumplida, un proyecto trunco. Son la representación de ideas descartadas. Son la basura del subconciente.

Pero son más viscerales y sinceros que otros dibujos porque no tienen la obligación de agradar. Porque nacieron para no ser vistos. Porque nacieron sin estética. Porque nacieron solo por un impulso y nada más. Porque nacieron para molestar, ya que muestran lo imperfecto.

Pero no les importa.

Y no les importa porque viven al margen.”

 A pesar de que se trata de dibujos grises que sacuden nuestras plácidas emociones y, como comenta Matías Almargen, “nacen para no agradar ni ser vistos”, opino que deben exponerse sin tapujos  para dar voz a aquellas personas que no se ven capaces de gritar “¡basta ya!” o “¡no puedo más!”.

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Ansiedad e hiperventilación

hiperventilación
La respiración tiene un papel clave en el desarrollo y mantenimiento de las crisis de ansiedad inesperadas.

Y es que la forma de respirar está estrechamente relacionada con las emociones, de manera que ésta se acelera o se ralentiza en función de nuestro estado anímico.

Así pues, cuando estamos tranquilos, la respiración es lenta, relajada y apenas la percibimos. Cuando dormimos, es profunda y abdominal. En cambio, cuando nos invade el estrés y la ansiedad, se vuelve rápida, superficial y torácica (utilizamos la parte superior del pecho).

En este último caso, puede aparecer un fenómeno que provoca sensaciones muy desagradables: la hiperventilación.

La hiperventilación se define como el aumento en la tasa de respiración por encima de las necesidades de oxígeno del organismo. Es decir, la persona toma más oxígeno del que necesita en ese momento. Esta oxigenación excesiva genera un descenso en el dióxido de carbono que se encuentra en la sangre, fenómeno que a su vez provoca determinados cambios funcionales en el organismo.

Como consecuencia de estos cambios funcionales, pueden aparecer una serie de síntomas, entre ellos:

• Síntomas centrales: sensación de asfixia o de atragantarse, mareo, desrealización (sensación de irrealidad o de estar distanciado del entorno), confusión, visión borrosa y despersonalización (sensación de estar separado de uno mismo).

• Síntomas periféricos: taquicardia, manos frías y húmedas, hormigueo y pinchazos en las extremidades, escalofríos y rigidez muscular.

• Síntomas generales: opresión, molestia o dolor en el pecho, cansancio, sensación de calor y sofocos.

Estos síntomas son muy desagradables pero, a su vez, son inofensivos: no implican peligro alguno. Por sí solos -suponiendo que la persona solamente sufre hiperventilación provocada por ansiedad y no hay cardiopatías u otras enfermedades subyacentes- no ponen en riesgo nuestra vida ni tan siquiera pueden perjudicar nuestra salud.

Sin embargo, suelen provocar miedo a la persona que los sufre, emoción que provoca que la ansiedad se haga cada vez más intensa, entrando en un bucle del que es muy difícil salir.

Si tiendes a hiperventilar y no sabes cómo controlar este fenómeno, así como los síntomas y sensaciones que se derivan, puedes acudir a un profesional de la psicología que te ayude a través de una terapia personalizada.

En el caso de que busques psicólogos en Mollet del Vallés o cerca de Barcelona, puedes acudir a mi consulta (tienes toda la información en martacomadran.com).

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Cómo marcarse objetivos

marcarse objetivosEstrenamos mes de enero y ya hemos construido en nuestra complicada mente una larga lista de buenos propósitos para cumplir.

Como cada año, al inicio de éste, sentimos que tenemos muchas ganas de perseguir nuestras metas. Además nos sentimos motivados y estamos seguros de que vamos a alcanzar nuestros objetivos con éxito.

Entonces, ¿cómo es que a medida que pasan los meses estos propósitos se van desvaneciendo y llega un momento en el que ni nos queremos acordar de ellos?

Lo que suele pasar es que ya el punto de partida a la hora de ponerse metas es erróneo. Normalmente nos marcamos unos objetivos que están muy mal definidos. En concreto, suelen ser poco realistas y poco precisos, lo que provoca que sea imposible llegar a alcanzarlos con éxito.

Dicho de otro modo, para marcarnos objetivos de manera efectiva, éstos tienen que ser realistas, concretos y alcanzables a corto plazo.

Para ponernos metas realistas, antes que nada debemos hacer un ejercicio de autoconocimiento. Se trata de tener muy claro cuáles son nuestras capacidades y limitaciones.

Aquello de “si quieres, puedes” que tanto gusta escuchar y decirse a uno mismo se tiene que coger con pinzas o, al menos, matizarlo para que sea realista: “si quieres y tienes las capacidades para llevarlo a cabo, puedes… ¡claro que puedes!”.

Además, tenemos que plantearnos si el logro de estos objetivos depende solamente de nosotros mismos o existen otros factores que pueden interferir.

Por lo que respecta a la conveniencia de establecerse siempre objetivos a corto plazo, este aspecto es importante para alimentar la motivación y sentir que estamos consiguiendo lo que queremos sin tener que esperar mucho tiempo.

Y es que nos encontramos inmersos en la cultura de la inmediatez: queremos gratificaciones de manera constante y que sean “ya mismo”. En este sentido, sentir la satisfacción que da el logro de un objetivo y que esta satisfacción no tarde en aparecer es aquello que nos anima a continuar hacia el próximo objetivo.

De hecho, si nos marcamos metas muy a largo plazo, al no conseguir resultados más o menos inmediatos, es mucho más probable que tiremos la toalla antes de alcanzarlas.

Por lo tanto, en el caso de que nuestro objetivo sea realista pero anticipemos que llegaremos a alcanzarlo a largo plazo y que por el camino es posible que nos desmotivemos, vale la pena dividirlo en pequeños objetivos que se puedan lograr más a corto plazo.

Por ejemplo, imaginemos que nos encanta la natación pero hace 5 años que no la practicamos. Nos apuntamos al gimnasio y nos marcamos el objetivo (a largo plazo… pues actualmente no estamos en forma) de ir a natación 3 veces por semana y hacer 80 piscinas. Para asegurarnos que lo lograremos, nos plantearemos ir 2 veces por semana y hacer 20 piscinas durante el primer mes (objetivo a corto plazo); ir tres veces por semana y hacer 30 piscinas durante el segundo mes, etc., hasta llegar a nuestra “meta final” tan motivados como el primer día gracias a haber logrado alcanzar los objetivos corto y medio plazo marcados.

Como punto y final, aprovecho para desearos un 2019 lleno de alegría, serenidad y una motivación inicial que se mantenga a lo largo de todo el año y el tiempo que haga falta para lograr vuestros tan preciados objetivos. 🙂

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