En esta etapa vital tan adversa para la mayoría, podemos aprender que es bueno tener deseos, ilusiones, planificar y crearse expectativas, siempre y cuando seamos conscientes de que no podemos controlar totalmente nuestro futuro. Quien nos iba a decir hace un tiempo que no nos sería posible realizar lo que habíamos planeado para el mes de marzo, abril, mayo…
La vida a veces tiene otros planes diferentes de los nuestros… aceptarlo en estos tiempos es fundamental. Ahora más que nunca podemos darnos cuenta de ello por los proyectos de futuro que quedaron truncados por la crisis inesperada provocada por el COVID-19.
En relación a cómo nos proyectamos en el futuro, conviene aprender que a veces en lugar de tener tantas expectativas nos es más útil mantenernos expectantes de la manera más serena posible.
Ahora, pensando en qué nos deparará el futuro más o menos inmediato, es un buen momento para hacer este ejercicio. Mantengámonos expectantes con la confianza de que intentaremos reaccionar de la mejor manera posible ante los problemas que se nos vayan presentando durante esta etapa y una vez llegue a su fin. Haremos lo que podamos.
Para mantenernos expectantes de manera serena, no vale entrar en pensamientos negativos que se hacen repetitivos y se convierten en bucles autodestructivos.
Y es que elucubrar sobre un futuro incierto, preocuparnos por algo que todavía no ha llegado con angustia, hace que malgastemos la energía vital que tenemos en algo que no podemos controlar, en lugar de invertirla en el presente y tenerla a mano para cuando ya sí podamos aplicar soluciones. Será entonces cuando seguramente necesitaremos esa energía… cuidémonos mientras tanto para conservarla y mantenernos fuertes psicológicamente.