Las personas que sufren depresión lo pasan realmente mal. Suelen tener tristeza, apatía, fatiga, problemas de insomnio, desesperanza, sentimientos de culpa y, en algunos casos, pensamientos e ideas de suicidio.
Sus familiares y amigos intentan evitarles el sufrimiento y, con este objetivo, pueden llevar a cabo actuaciones equivocadas que, en lugar de ayudar, mantienen o agravan el problema. Y es que relacionarse y convivir con una persona que tiene depresión es muy complejo por las características inherentes a este trastorno.
Aquí tenéis algunas pautas sobre cómo relacionarnos con personas que sufren depresión para ayudarlas a salir del pozo:
- Escucha, escucha y escucha. Nunca me cansaré de decirlo. La persona que tiene depresión necesita ser escuchada y comprendida. Así pues, nos referimos a practicar la escucha activa para que sienta que tiene a alguien en quien apoyarse. No se trata de escuchar en cantidad (debemos evitar el fomento de la dependencia como comentaremos a continuación) sino de practicar una escucha de calidad.
- Relacionado con el punto anterior: no la juzgues. Dale soporte emocional sin juzgar, sin expresar frases del tipo: “No entiendo que estés triste. Tendrías que estar contento… ¡Si mejor no puedes vivir!”, “Lo tienes todo. Tendrías que estarle agradecido a la vida en lugar de sentirte víctima del mundo”, “Tendrías que ser más optimista. ¡No tienes motivos para verlo todo tan negro!”, “Eres tú quien se provoca la depresión con tanto negativismo… ¡Te tienes que animar!”. Con frases de este tipo, la persona va a sentirse culpable: culpable por tener depresión, culpable por no sentirse capaz de quitársela de encima, y culpable por ver como sus allegados sufren sin comprender por lo que está pasando. Es fácil que el afectado se sienta culpable sin serlo: no potenciemos ese sentimiento.
- Si ves que se queja mucho, está muy negativo al hablar de algún tema o llora, intenta ofrecerle nuevas perspectivas más positivas a su punto de vista tan negro. Insistimos, no se trata de juzgar (consultar de nuevo punto anterior) sino de proponer alternativas más positivas a su enfoque, sin presionar para que las acepte.
- No fuerces a tu familiar o amigo con depresión a realizar actividades que no se ve capaz de hacer. Por mucho que creas que le puede ser útil para mejorar su estado de ánimo, no lo presiones. Se lo puedes sugerir, pero no insistas.
- En cambio, sí puedes fijarte en aquellas actividades que, a pesar de la depresión, es capaz de ejecutar y le aportan bienestar o emociones positivas. Detéctalas y anímale a que las haga con una mayor frecuencia, a modo de sugerencia (sin repetírselo si no quiere). Si no las hay, sugiérele que salga contigo a dar una vuelta, proponle que vaya con otras personas o que haga otras actividades, empezando por aquellas que no le fuercen a mostrar una alegría que no siente.
- No dejes de lado tu vida. Por mucho que quieras a esta persona, por mucho que esté sufriendo, por mucho que sufras tú, continúa (en la medida de lo posible) con tus rutinas. Que a tu ser querido le vaya bien tu comprensión y apoyo no significa que le tengas que ayudar en exceso, incluso en cosas que puede hacer por sí mismo. Y es que dedicarse en cuerpo y alma a la persona con depresión puede generar dependencia y pasividad en ésta última. Si dejas al margen todas tus cosas para atender a tu allegado, la depresión de éste se va a convertir en el centro de vuestras vidas y va a ser más difícil erradicarla. Puedes darle todo tu apoyo sin descuidar tu vida social y actividades en general. Es imprescindible, por complicado que sea, encontrar un equilibrio entre mostrar comprensión y no dejar de lado tu vida.
- No intentes hacer de psicólogo o psiquiatra. Te faltan recursos y herramientas para llevar a cabo este papel. Además, si las interacciones con la persona que tiene depresión se ciñen solamente a ésta problemática, a cómo solucionarla, a intentar ayudar, etc., vuestra relación se va a desgastar. De hecho, pueden aparecer nuevos problemas (además de la depresión) en forma de conflictos interpersonales que van a mantener o empeorar la depresión de la persona a la que tanto quieres y que, además, te van a perjudicar a ti también.
- Relacionado con el punto anterior, no te sientas responsable de la mejoría de esta persona a la que tanto quieres porque no lo eres.
- Anima a tu allegado, como siempre sin presionar, a que acuda a un profesional para que lo ayude a recuperar su bienestar y con éste, el de toda la familia. Una depresión es un trastorno del estado de ánimo que puede llegar a ser muy grave. Por lo tanto, aunque la persona que la sufre quizás no reconozca que necesita ayuda, es imprescindible la actuación de profesionales como psicólogos y psiquiatras. El papel de familia y amigos será importante en el tratamiento. De hecho, siempre que se crea necesario y con el consentimiento del paciente, podrán desempeñar el rol de colaboradores durante toda la terapia psicológica.
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De gran ayuda, gracias.
Muy buena la acotación de evitar transformarse en parte del problema. La neurosis del que ayuda puede llevarlo a tomar la depresión del otro como su causa, su destino, su forma de vida. También puede ocurrir que el neurótico normal (sospecho que no es correcto decirlo así), que no tiene ni la fuerza ni la preparación para hacerse cargo, termine arrastrado por el egoísmo de un depresivo.
Gran problema el encontrar un profesional de la salud mental apto para ayudarte. ¿Qué escuela recomiendas? En Buenos Aires algun@s me han hecho responsable de mi falta de mejoría por haber elegido mal el profesional. Y tod@s dicen que no forman parte de ninguna escuela, que toman elementos de varias, no confiesan que son freudianos. Y no me han ayudado significativamente, nunca.
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Hola de nuevo HJjorge,
Lamento que no hayas recibido la ayuda que necesitabas.
Te recomiendo que acudas a un profesional que parta, principalmente, del modelo cognitivo-conductual. En mi caso, como psicóloga y cuando realizo terapia, puedo basarme en diferentes escuelas (nunca en la freudiana debido a mis preferencias), aunque la cognitivo-conductual prima mucho… muchísimo… y más en problemas como la depresión o la ansiedad, por ejemplo.
Saludos,
Marta
Muchas gracias por la contención. Había quedado muy peleado con todo lo que sea salud mental.
La cereza de la torta fue una psiquiatra que me tuvo un año con Quetiapina y jamás trató mi depresión, hablaba conmigo unos 5 minutos conmigo y hacía la receta.
Dejé el alcohol abruptamente y tuve alucinaciones, creo que fue un brote psicótico. Basado en el consejo de 2 médicos de que le preguntara cuál era el plan en ese tratamiento dos veces le reclame… Y que no había problemas con la droga, que no era adictiva; y que si funcionaba para qué cambiarla. Al año busqué información sobre la droga y sus posibles efectos colaterales… no la demandé porque no tengo dinero para eso. Nunca me hizo un control médico.
Perdón por ocuparte tanto espacio. Gracias de nuevo.
Ahora estoy MUCHO mejor, pero…
Cuando decante esta charla empezaré por acudir a tu servicio online.
Un abrazo
Gracias a ti por explicarnos tu caso. Puede serle de utilidad a algunas de las personas que lean el blog. Y no te disculpes por ocupar espacio: ¡para eso está!
Me alegra saber que estás mucho mejor, a pesar de todo lo que has tenido que pasar.
Un abrazo para ti también,
Marta