Llegan las Navidades y con éstas los recuerdos de tiempos pasados. Las personas mayores rememoran las fiestas de antaño, recreándose en los familiares que ya no están y en las tradiciones que se han ido transformando con el paso de los años. Y muchos hijos o nietos, a veces, coartan estos recuerdos con el pretexto de que vivir del pasado es signo de deterioro y que, por lo tanto, es mejor dejarlo atrás y centrarse exclusívamente en el presente. Nada más lejos de la realidad.
La creencia tan extendida de que evocar vivencias pasadas con cierta frecuencia (proceso llamado reminiscencia) es signo de senilidad o de querer huir de la realidad, no tiene razón de ser. De hecho, la reminiscencia en los adultos mayores debe considerarse como algo normal e, incluso, saludable
¿Qué beneficios tiene recordar el pasado en la persona mayor?
La propensión a recuperar recuerdos del pasado, siempre y cuando no sea obsesiva ni colmada de tintes negativos, es positiva porque se relaciona con las siguientes funciones psicológicas:
• Refuerza la propia identidad, ya que se suelen recordar más aquellos acontecimientos importantes relacionados con los propios rasgos de personalidad que la persona utiliza para definirse a sí misma. A través del recuerdo de la vida, y las experiencias que la constituyen a lo largo de las diferentes etapas, el sujeto se reconoce como único. Así pues, la evocación y reelaboración de recuerdos, y la combinación de éstos con el presente, ayudan a integrar la identidad personal.
• Contribuye a dar un sentido de continuidad y coherencia a la percepción de la propia vida: con la narrativa formada por recuerdos se le da un significado e, incluso, una utilidad. De esta manera, este proceso aumenta la satisfacción vital y, en casos en los que la haya, reduce sintomatología depresiva.
• Ayuda a la aceptación y asimilación de las vivencias dolorosas del pasado, al darles un sentido y aprender de éstas. Por ejemplo, favorece la elaboración del duelo en pérdidas significativas.
Por otra parte, se asocia también a las siguientes funciones sociales:
• Permite traspasar información y aprendizajes de una generación a otra. Es el caso de las historias de tiempos pasados que los abuelos explican a sus nietos: los pequeños disfrutan y, al mismo tiempo, pueden llenar los vacíos que hay entre el pasado que no conocieron y su presente.
• Favorece la creación o mantenimiento de vínculos sociales, al propiciar la comunicación empática entre grupos de iguales. El haber compartido sucesos vitales en el pasado y recordarlos con personas de la misma edad en el presente es fuente de gratificación pues, a parte de darse un reconocimiento mútuo, se refuerza la red de apoyo social.
¿En las personas más jovenes también es positivo el cultivar los recuerdos?
Sí. De hecho existen técnicas psicológicas que sirven como herramienta para recapitular en nuestra vida, recordando acontecimientos del pasado que fueron importantes y que dan una coherencia y un sentido a nuestro presente e, incluso, a nuestra proyección de futuro. Una de estas técnicas es la llamada “línea de la vida”.
Para acabar, aprovecho para desearos unas fiestas muy, muy agradables. Disfrutad de los vuestros, compartiendo experiencias con los que os acompañan en el presente y recuperando los buenos recuerdos de los que un día os dejaron. 😉
Que dificil lograr que la juventud permita a los viejos vivir con sus recuerdos, el pasado.
Hola Luis,
Tienes toda la razón. Simplemente con un poco de empatía es suficiente para respetar los recuerdos de los mayores y, con éstos, sus vidas. Siendo positiva, pienso que hay jóvenes que sí que escuchan a las personas mayores al relatar sus historias de niñez y juventud e, incluso, disfrutan con ello, pero no son la mayoría, ni mucho menos.
Gracias por el comentario.
Creo que todos tiramos de recuerdos en múltiples ocasiones y nos deleitamos con los mismos, incluso los que no somos tan mayores. Otra cosa es que eso interese a los que son sensiblemente más jóvenos que nosotros.
Pero quien no ha sentido un cierto placer al hacer esos comentarios de… «recuerdo cuando una vez esperaba un tren en la estación del Norte de Barcelona que…» «Ah, pero… ¿tú has llegado a ver funcionar la estación como tal?» Y entonces aparecen un sinfín de pequeñas situaciones que nos hacen darnos cuenta del paso del tiempo y la evolución de la sociedad en pequeños años. Hasta teniendo entre 20 y 30 años se suele recordar entre amigos aquellas series de TV que veían cuando tenían 5 o 6 años… Imagina lo que puede llegar a relatarnos una persona de 70 o más años…
Ya digo, otra cosa es que los «menores» tengan interés siempre en oir hablar del pasado de los otros.
¡Feliz Navidad! …que está al caer.
podi-.
Gracias por tu comentario, Podi. Y ¡Felices Fiestas! 🙂
Hola Marta! me ha encantado tu post ya que habitualmente me he encontrado con un cierto rechazo al hacer comentarios,y al final ya no sé si es algo positivo o negativo. Será por mis vivencias, viajes, múltiples trabajos… siempre me vienen recuerdos a la mente y me gusta compartirlos cómo algo natural. La cuestión es que yo tengo 30 años y debo remarcar que siempre han sido personas de mi misma edad, sobretodo hombres, los que han deja ir, despectivamente, el comentario: «¿siempre tienes que comentarlo todo?» o simplemente han hecho oídos sordos. Imagino que se trata de personas egoístas y egocéntricas.
Creo que hoy día más que nunca es importante compartir recuerdos de toda índole para recuperar una sociedad más humana y aprender de dónde viene nuestra situación actual.
Gracias por tu comentario. ¡Pues qué pena que te respondan así cuando recuerdas vivencias y quieres hacer partícipes a los demás! Rememorar situaciones y experiencias, a no ser que sea algo obsesivo y se recuerde solamente lo negativo, es sano (refuerza la identidad y los vínculos sociales). Espero que encuentres a más personas que quieran compartir contigo esos viajes, trabajos y experiencias que tanto te gusta recordar.
¡Nos leemos!
Gracias Marta!! por suerte ya aprendí a cultivar las amistades que te demuestran aprecio y te reportan felicidad y apoyo y dejar más de lado las «interesadas». Un abrazo.
🙂