Stephen Hawking, Victor Frankl o María de Villota son ejemplos de personas resilientes. ¿Qué tienen en común?
El científico británico, casi totalmente paralítico, ha comentado en numerosas entrevistas que vive una existencia maravillosa, que es muy feliz. Victor Frankl, neurólogo y psiquiatra que fue confinado a campos de concentración nazis, encontró la fuerza para dar sentido a su existencia a pesar del trauma que estaba viviendo. María de Villota, piloto española de Fórmula Uno que perdió un ojo debido a un accidente el pasado 3 de julio, recientemente afirmaba que, aunque lo pasó muy mal cuando le dieron la noticia porque sabía que necesitaba los dos ojos para conducir, se había dado cuenta de que ahora podía ver más que antes, pues era capaz de discriminar qué era lo más importante en su vida y estaba segura de que lo mejor estaba por venir.
Con estos ejemplos podemos ya tener una idea sobre qué es la resiliencia. La resiliencia es la capacidad que tienen algunas personas de resistir las situaciones traumáticas o condiciones de vida difíciles y, además, salir fortalecidas de éstas. En estas personas la experiencia del trauma sufrido, asimilado y aceptado, no les hace más infelices. Al contrario, descubren recursos propios que permanecían latentes en sus mentes y que ahora empiezan a utilizar, viendo nuevas oportunidades para el crecimiento personal y el bienestar psicológico. Es decir, a diferencia de otras personas que desarrollan sintomatología ansiosa o depresiva después de las adversidades, las resilientes se sobreponen e, incluso, salen beneficiadas. Esto no significa que estas personas no sientan el dolor ni se estresen pues, como cualquier otro individuo, también sufren. Sin embargo, equilibran rápidamente sus emociones, se recuperan, aprenden de la mala experiencia, y reconstruyen a partir de ésta su sistema de valores y su manera de entender el mundo. Es como si se diera un crecimiento personal acelerado y el pedal del acelerador, pisado con gran esfuerzo debido a su su dureza, fuese la misma experiencia traumática. Gracias a este fortalecimiento personal, la persona resiliente está más preparada para afrontar y superar nuevos traumas futuros con éxito.
Durante mucho tiempo, se consideraron las respuestas de resiliencia como raras o patológicas por los expertos. Sin embargo, actualmente, después de muchos estudios científicos, se considera que es una respuesta común y su manifestación, lejos de indicar una patología, es sinónimo de adaptación saludable a los traumas y adversidades. De hecho, conocemos a muchas personas resilientes, entre las cuales están las tres que hemos nombrado, pero también personas que han sobrevivido a accidentes, atentados terroristas o catástrofes naturales, que sienten que la vida les ha dado una segunda oportunidad; mujeres divorciadas e inmigrantes con hijos a su cargo, que tienen múltiples trabajos mal remunerados y, aún así, una gran alegría de vivir; personas con diferentes enfermedades degenerativas, que afirman haber descubierto nuevas capacidades que les permiten exprimir lo que les queda de vida felizmente; personas que han perdido a sus familiares más cercanos y tienen una actitud vital positiva, etc.
¿Qué características de personalidad tienen las personas resilientes?
Para empezar, tienen un mayor locus de control interno para los propios éxitos, lo que implica que los atribuyen a capacidades y habilidades internas (inteligencia, constancia, etc.) y no a factores externos (la buena suerte, los demás, etc.). Consecuentemente, sienten que pueden controlar los acontecimientos. Además, en el caso de circunstancias desfavorables que no pueden cambiar, se adaptan a éstas con la percepción de que forman parte de la vida. También son optimistas, es decir, tienen la confianza de que las cosas les irán bien y sienten que en el futuro serán capaces de superar las dificultades con las que se encuentren.
Asimismo, son personas con una gran capacidad de gestionar las emociones, lo que no implica la negación de éstas sino el tener la habilidad para poder regularlas de manera equilibrada. Así pues, ante las adversidades y los momentos de gran tensión, aunque sienten emociones negativas, logran centrarse en el problema para buscar soluciones de manera efectiva y evitan ser impulsivas. También tienen mucha empatía y la muestran, es decir, comprenden las emociones y la visión de los demás y así lo hacen saber.
Por otra parte, son personas que confían en sí mismas, en sus habilidades y su capacidad de relacionarse socialmente, manteniendo unos vínculos basados en el compromiso y la falta de recelo. También se caracterizan por ayudar a los demás y no esconder la manera de ser (defienden el “ser uno mismo”).
¿Se puede lograr ser resiliente?
Hay personas que no logran desarrollar resiliencia en toda su vida. Otras veces la resiliencia se va deteriorando debido a un exceso de traumas y experiencias desfavorables que superan la condición humana. Al contrario, en otros casos, la persona va construyendo y reforzando sus aspectos resilientes al largo de toda su vida.
Y es que, aunque se suele hablar de “personas resilientes” o “personas no resilientes”, la resiliencia no es un rasgo fijo de personalidad, no es algo estático que se tiene o no se tiene, no es innata. Esta cualidad humana positiva es el resultado de un proceso de aprendizaje vital, dinámico y evolutivo, que puede ir variando en función del contexto, los traumas vividos y las características personales. Es decir, es el resultado de la interacción entre las características biológicas de la persona y su entorno.
En definitiva, podemos afirmar que es posible desarrollar nuestra resiliencia y, en caso de que esta capacidad ya se esté manifestando, podemos reforzarla para que siempre esté en reconstrucción. Dejamos pendientes estos aspectos para un nuevo post sobre esta cualidad humana, cuyo estudio está acabando con la tiranía que nos impone la creencia de que el ser humano es vulnerable por naturaleza.
Muy interesante!!!
¡Gracias!
Esperando la segunda parte!!
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En unos días. Y… ¡gracias!
No sabía que era la resilencia!! Siempre aprendiendo cosas interesantes. Besos!
¡Pues ahora ya lo sabes, Lidia! Simplemente entendiendo este concepto y reflexionando sobre las fortalezas del ser humano, nos podemos dar cuenta de que todos somos menos «débiles psicológicamente» de lo que creemos o nos hacen creer. Gracias a la psicología positiva (estudia los procesos subyacentes a las cualidades positivas humanas) se ha pasado de una psicología solamente centrada en los trastornos y problemas psicológicos a una psicología que también se interesa por estudiar científicamente las fortalezas del ser humano, para potenciarlas y favorecer que cualquier persona (no solamente aquella que tiene un problema psicológico grave) pueda buscar sentir más bienestar y estar más satisfecho con su vida, ya sea por sí misma o acudiendo a un psicólogo que esté formado en este ámbito. ¡Besos!
gracias por la publicación actualmente estoy interesado en investigar sobre la resiliencia en homosexuales que afrontan el «salir del closet» o de esta caracteristica en los padres con hijos homosexuales, si conoces alguna información que me sea de utilidad y me puedas referir te lo agradeceria!.
Muchas gracias por tu comentario, Alexuz. El ámbito sobre el que quieres investigar suena muy interesante. Ahora mismo no tengo información al respecto, pero si encuentro algo te lo envío (me guardo tu mensaje para tenerlo presente). ¡Saludos!
Pingback: ¿Cómo vas de resiliencia? (II) | A mal tiempo buena psique
Buen artículo. Creo que todos lo somos un poco, resilentes. Algunos en un grado tan ínfimo que diríamos que nada, pero otros tenemos diferentes baremos y a partir de determinadas circunstancias dejamos de serlo o lo somos muy poco. Otros lo son en un grado altísimo, los del artículo, pero no desesperemos, yo creo que todos un poco.
PODI-.
Hola Podi. Gracias por tu comentario. Explicas que crees que todos somos un poco resilientes. De la misma manera que, como dices, hay personas que muestran resiliencia en un grado muy alto (las personas conocidas que puse como ejemplo) otras no desarrollan resiliencia y, por lo tanto, se diría que «no son nada resilientes» (en un momento dado… pues se puede ir desarrollando… o no). Por ejemplo: una persona que vive un fuerte trauma y no lo supera, manifestando, a raíz de éste, un trastorno depresivo o un trastorno de ansiedad que se cronifica, se diría que no es resiliente, pues no ha logrado adaptarse a las circunstancias y, mucho menos, salir fortalecido, al contrario. Sin embargo, opino que debemos ser positivos y pensar que todos podemos aprender a desarrollar resiliencia, siempre y cuando nos esforcemos e intentemos cambiar ciertas condiciones, tanto de nuestra manera de funcionar como en relación a nuestro entorno social más inmediato. ¡Saludos!
Quiero saber si basicamente resiliencia es capacidad de adaptacion.
Hola,
Como en la mayoría de constructos, diferentes autores definen de manera algo distinta la resiliencia, ya que no hay una teoría unificada. Se podría definir, como dices, como capacidad de adaptación frente las adversidades. Sin embargo, en el post parto de la definición que utilizan muchos autores europeos, según la cual la resiliencia va más allá de la adaptación porque implica salir fortalecido (no solamente adaptarse): resiliencia = resistencia al trauma + crecimiento postraumático (por sintetizar lo que se comenta en el post).
Saludos
Gracias Marta por tu respuesta a mi inquietud, tengo 69 años y hace unos dias leyendo a Don Gregorio Marañon opinando sobre consejos para la vejez, encontre que consideraba lo mas apropiado ser adaptable, llegando a decir la especie que no se adapta desaparece.
cuales son las consecuencias de la resiliencia?? o cuales son las consecuencias de una persona resiliente?? por favor quiero esa respuesta es para un trabajo muy importante 🙂
Hola Rosario,
Preguntas por las consecuencias de ser resiliente y afirmas que quieres esa respuesta. ¿Qué tal si esa respuesta la construyes tú misma con tus palabras? Seguro que aprenderás más que si te lo digo yo. De todos modos, si lees el post de nuevo vas a encontrar la respuesta a tus preguntas…
¡Ánimos! 😉
Saludos